Contribución de Fabián Marucci
Con el Kurdistán poblado de tanques y helicópteros militares, con soldados apuntando con sus ametralladoras a la población que iba a votar, con carreteras destruidas por esas fuerzas represivas para evitar que la gente llegue a los sitios de votación. Con una fuerte campaña chovinista y anti kurda, Erdogan y su partido el AKP, logra pasar de un 41% de los votos obtenidos en junio a un 49% en las elecciones de noviembre, obteniendo 317 diputados que le permiten poder formar gobierno sin necesidad de una coalición con otras fuerzas. Este incremento lo obtiene, sobre todo, a costa del partido nacionalista MHP que disminuyó del 16.30% al 11.90% obteniendo 40 diputados. El kemalista CHP obtuvo el 25% y 134 diputados.
Pero el gran objetivo del asesino Erdogan era evitar por todos los medios – y los utilizó – que el Partido Democrático de los Pueblos (HDP) pudiera pasar la antidemocrática barrera del 10%. No lo logró. Con el Kurdistán turco ocupado desde julio militarmente, ciudades bajo estado de sitio, y decenas de jóvenes, hombres y mujeres asesinados por la policía (solo en la ciudad de Cizre hubo 21 muertos), con 102 muertos en el atentado de Ankara, sin contar con los 33 muertos en el atentado de Suruc, el HDP, si bien bajó 1 millón de votos en estas dramáticas circunstancias, logro obtener el 11% de los votos obteniendo 59 diputados y ser el tercer partido en el parlamento turco.
Esto es señal de una instalación que va más allá de las regiones kurdas y se extiende por todo el tejido urbano de Turquía, demostrando que aun en el límite de la sobrevivencia, exasperada por las muertes, el estado de sitio, las bandas fascistas, el nacionalismo anti kurdo y la cárcel de sus activistas, el HDP se erige como el representante de una voluntad de cambio, democrática y a favor de todas las minorías, los trabajadores y el pueblo de Turquía. Gracias a superar el 10%, Erdogan no pudo obtener una mayoría calificada en el parlamento para reformar la constitución y satisfacer sus ambiciones absolutistas.
Pero esto, no hay que olvidarlo, se da en medio de un escenario medio oriental dominado por los ejércitos más poderosos de la tierra, por todo el imperialismo yanqui, europeo, chino y ruso y por las potencias regionales como Israel, Arabia Saudita e Irán. Turquía no es un protagonista menor, es el segundo ejército de la NATO y su gobierno uno de los principales promotores de esa aberración llamada ISIS o Estado Islámico. En la frontera con Turquía se da una de las experiencias revolucionarias más importante, la de los kurdos del Rojava o Kurdistán sirio, en donde se construye una sociedad no capitalista, ecológica y de igualdad de género única en el mundo. Toda la contrarrevolución mundial está tratando de resolver el desastre que ocasionaron en Siria con su intervención, y tarde o temprano, van a querer aplastar la revolución kurda del Rojava porque ésta es un ejemplo que no pueden tolerar.
Con el triunfo de Erdogan no va a ser fácil para el HDP desarrollarse en esta situación pero la resistencia y la revolución del pueblo kurdo, de las distintas minorías y de la izquierda que la integran es una esperanza viva de un proceso que aún tiene mucho que decir en una situación cada vez más explosiva.