01/08/2016
Guillermo Pacagnini
Corriente Sindical del MST – 11 6815-0137 / 11 5609-6802
01/08/2016
Guillermo Pacagnini
Corriente Sindical del MST – 11 6815-0137 / 11 5609-6802
Cuando más se necesita un paro nacional, la CGT anuncia su unidad, No para organizar la pelea, sino para sostener sus privilegios y el proyecto del gobierno.
El gobierno de Macri, que está en su peor momento, quiere apuntar una a su favor: haber generado condiciones para la unidad de la vieja CGT. Una de las premisas hacia el objetivo de «normalizar» el país con un perfil acorde a la crisis capitalista. Los viejos jerarcas saben que para mantener sus privilegios deben cumplir con su contraprestación a las patronales y el gobierno: encauzar los reclamos hacia la paz social. Aunque es improbable que logren controlar a un movimiento obrero que se rebela, impiden que las luchas se unan y desarrollen para poder derrotar al ajuste. Ellos y el gobierno se necesitan unos a otros. Mauricio, pactó con ellos realizar la inversión correspondiente. Se trata de 30.000 millones de pesos de las obras sociales, que el oficialismo acordó al finalizar el primer trimestre, devolverlos en cuotas de 2.700 pesos. Y, por supuesto, blindarles el modelo sindical del unicato verticalista, para que sigan controlando los aparatos. Aunque por abajo, crezca el cuestiona-miento a sus privilegios e inacción.
Crecen la bronca y las luchas
No los une el amor, porque reflejan los intereses de diferentes sectores patronales, que pujan por sus propias necesidades. Los une el espanto a la base que demanda democracia sindical y a la renovación combativa que crece desde abajo. Están ensayando un consenso a través de un triunvirato. Como las cuotas prometidas por Macri vienen retrasadas y además la situación general empuja al conflicto, han ensayado algunos reclamos. No hablan de medidas de fuerza. Se limitan a alguna amenaza verbal pese a que es notoria la necesidad de enfrentar el ajuste con herramientas de lucha unificadas. También es claro que la inacción es uno de los principales puntos de sustento del gobierno debilitado por los reclamos.
Paro Nacional y plan de lucha para derrotar el ajuste
Se viene el segundo semestre con la perversa combinación de inflación y un salto en la recesión. Se impone reabrir paritarias, aumentar e indexar salarios, jubilaciones y planes sociales, profundizar la gesta contra los tarifazos y dar pasos hacia derrotar el ajuste. Para ello se necesita una gran lucha nacional que una los conflictos hacia un paro nacional que tenga continuidad con un plan de lucha. Mientras la CGT arma su triunvirato de espaldas a la clase, hay señales insuficientes y divididas por el lado de las centrales y sectores opositoras. El 9 sectores sindicales de izquierda marcharemos a Plaza de Mayo dando un paso positivo. Desde la CTA de los Trabajadores anuncian una Marcha Federal que ahora sería postergada para el mes de setiembre. ATE anunció un paro del gremio para el 11 y Micheli reclama el paro nacional conjunto con la otra CTA. Se necesita concretar y unificar con urgencia estas medidas en un paro nacional, fortalecer y organizar de manera conjunta esa marcha federal, abierta a la participación de las centrales y todos los sectores sindicales combativos. Sumar esfuerzos y un fuerte polo para exigir y golpear también sobre la CGT.
Desde la Corriente Sindical del MST, al tiempo que participaremos de las acciones planteadas, lo haremos levantando un programa obrero de salida a la crisis para que la paguen las corporaciones y seguiremos impulsando la más amplia unidad de acción contra Macri y su ajuste a la par que pelearemos desde abajo por apoyar a los sectores combativos que surgen, en el camino de la nueva dirección democrática que hace falta.
Guillermo Pacagnini, Secretario General de CICOP/CTA y coordinador de la Corriente Sindical del MST repudió y calificó de reaccionaria la reciente sentencia de la Corte Suprema estableciendo que la huelga solo puede ser convocada por una organización sindical que posea, como mínimo, inscripción gremial.
El dirigente declaró: “Este fallo cercena claramente el derecho a huelga que no puede ser patrimonio de los sindicatos sino de los trabajadores. De esta manera se pretende dejar en la indefensión a los sectores sindicales combativos, oposiciones, autoconvocados, a los sindicatos sin reconocimiento legal y a todo sector de trabajadores que se autodetermine y decida realizar cualquier medida de fuerza”
Pacagnini prosiguió: “Es un atentado contra la libertad sindical que va en el sentido opuesto al de los fallos progresivos ATE 1 y 2 y Rossi, que cuestionaron aspectos del viejo modelo sindical burocrático. El derecho a huelga es un derecho democrático elemental patrimonio de los trabajadores. No es casual que salga esta sentencia justamente cuando por la crisis capitalista internacional y la política de descargarla sobre los trabajadores, se cuestiona este derecho en la OIT por parte de los gobiernos y empresarios”.
Pacagnini finalizó: “Ahora la Corte se pone al servicio de las patronales, la burocracia sindical y el ajuste que está descargando el gobierno de Macri. Por eso no es casual que lo apoyen no sólo el oficialismo, sino el PJ, Massa y los dirigentes de la CGT. Hay que movilizar para que no se aplique y se de marcha atrás en esta medida antiobrera y antidemocrática”.
Contacto: 1168150137 // 1156096802
La crisis en la CTA-A se ha agravado y amenaza con culminar en una nueva fractura. En tiempos en que se requiere la mayor articulación de fuerzas para derrotar el ajuste de Macri, sería un retroceso y una irresponsabilidad. Proponemos una política para salvar la unidad sobre bases democráticas y un cambio urgente de orientación.
Esta crisis es distinta a la que en 2010 generó la división de la CTA. Aquella tuvo un origen más político. Un sector de la central se había alineado con el gobierno K, que pugnaba por armar su pata sindical. Otro sector llamó a defender la autonomía y a enfrentar al gobierno: así se conformó la lista 1, una unidad de acción entre la agrupación Germán Abdala (Víctor De Gennaro y Pablo Micheli), nuestra corriente sindical del MST y la CCC.
Lamentablemente, hoy la disputa no gira en torno a un debate político y menos aún en un marco que garantice la discusión. Hay una división de la Abdala en dos sectores que pugnan por el control del aparato de la central. Con irresponsabilidad, el sector que lidera la dirección de ATE lanza acusaciones públicas hacia el sector referenciado en el secretario general Micheli. Esto agrava la parálisis que ya traía la Central y abre una dinámica de ruptura.
Las causas de esta nueva crisis
La confluencia lograda en la lista 1 para conducir la central fue útil para enfrentar al anterior gobierno. Las iniciativas de movilización, la crítica al doble discurso K, la correcta unidad de acción con la CGT que llevó a los principales paros nacionales en ese período, y la construcción de la multisectorial con su programa de 33 puntos, fueron pasos que, no sin debate, permitieron que la Central logre una buena ubicación en el escenario sindical.
Pero al no superarse muchos problemas estructurales y por mantener prácticas burocráticas, la central se estancó. La impotencia para fomentar una alternativa político-electoral de los trabajadores, la crisis de ATE, el cambio de gobierno con su duro ajuste y la creciente conflictividad que interpela a todas las direcciones sindicales, aceleraron la crisis que hoy pega un salto.
El trasfondo son los problemas que ya estaban presentes en 2010, que siempre señalamos necesario corregir y que hacen al modelo sindical y la estrategia de construcción. Pero nunca se abordaron ni corrigieron. Nuestra corriente los planteó en cada congreso y evento, en publicaciones y en los debates que dimos en la Mesa Nacional y demás instancias en todo el país. No se logró que la central empalme con los profundos cambios que hay en el movimiento obrero, con el activismo joven que surge en las luchas, simpatiza con la izquierda y busca un polo de agrupamiento democrático que lo incluya. No se puede seguir con un estatuto caduco, sin proporcionalidad, revocatoria ni democracia de base, es decir, sin democratizar todo el funcionamiento de sindicatos como ATE y de la propia central.
La crisis de ATE fue un detonante de la actual dinámica rupturista. Los problemas de arrastre del viejo modelo sindical burocrático llevaron a no incorporar en la dirección a las diversas corrientes que representan a diferentes franjas de trabajadores, a que se produjeran rupturas y a que esa crisis se traslade a la central.
El cambio de gobierno agravó la crisis. No se pudo debatir el nuevo escenario y definir un análisis y una política claros en un documento común para enfrentar el plan de ajuste macrista. La multiplicación de los conflictos no ha encontrado a la CTA a la altura de las circunstancias por la división de la Mesa Nacional en estos cinco meses de gobierno. Eso impidió una respuesta unificada para rodear de solidaridad las luchas y una orientación de unidad de acción.
Una propuesta para salvar la unidad
Hay que terminar con este internismo caníbal. Clarificar los debates políticos y abrir instancias más democráticas para resolver un cambio urgente de rumbo. Es nuestro planteo para salvar la unidad. Se necesita consensuar una convocatoria a un congreso nacional abierto a la participación de todos los sectores, que debata y resuelva colectivamente una salida a esta grave crisis.
Crecen los conflictos frente al ajuste. Una verdadera olla a presión que complica los planes de la burocracia. Hay que reclamar un paro nacional de todas las centrales, mientras lo vamos preparando desde abajo.
El ajuste macrista es serial por la necesidad de las corporaciones de descargar la crisis sobre los trabajadores. Las inéditas oleadas de despidos estatales, responden a la decisión de «achicar el gasto fiscal». Y en el sector privado despiden porque las patronales requieren «bajar el costo laboral» para mantener sus ganancias. Topes salariales y tarifazo, responden a la misma lógica: que los de abajo les paguemos la fiesta. Hay más de 110.000 despidos contabilizados, la amenaza de la UIA de sumar 200.000 más y la desaparición de 50.000 puestos en la construcción.
Los estatales luchan por lugar con tomas, marchas y paros en más de 10 provincias. Hay resistencia en los privados contra la «reprogramación productiva». Pero para derrotar este ajuste y torcerle el brazo a Macri, hace falta una lucha nacional que tenga continuidad. Macri tiene un sostén político en el PJ y Massa. Pero la burocracia sindical juega el más pérfido papel. La bronca es creciente, la disposición a la pelea también, pero la unidad no llega por responsabilidad de esos dirigentes.
Unidad para sostener el ajuste
Ya durante la campaña electoral repartieron favores entre Macri y Massa. Apoyando proyectos patronales a cambio de prebendas y garantías para sus privilegios. Apenas subió, Macri prometió devolverles parte del control de fondos de obras sociales que es plata que pertenece a los trabajadores. Eso sí, a cambio de contener los conflictos y dejar correr el ajuste. Por un lado, vertebran trabajosamente y rencillas mediantes, el objetivo estratégico de la CGT única. Un proyecto pactado para agosto, para construir una pata sindical sólida que permita a patronales y gobiernos soñar con un deseado «pacto social». Mientras tanto, se dispusieron a dar muestras de merecer las contraprestaciones de los de arriba. Pasaron más de tres meses, decenas de miles de despidos, un millón y medio de nuevos pobres y…. no han lanzado ninguna medida de fuerza. Peor aún, sobran las perlas negras de su conducta gobiernera y propatronal. Tanto Barrionuevo como Piumato, elogiaron los despidos blandiendo el argumento de los «ñoquis». Pignanelli encabezó las asambleas «informativas» en la Volswagen, para legalizar centenares de suspensiones con recorte salarial, que debieron alivianar por presión de los trabajadores.
El colmo fue el burócrata Roberto Fernández, quien se sentó junto al ministro Dietrich en el acto en la Casa Rosada donde se anunció una suba del 100% en las tarifas de trenes y colectivos. «Roberto, te agradezco especialmente», le dijo Dietrich a Fernández que devolvió la atención: «No voy a ser hipócrita, hay que pagar tarifa para funcionar». A confesión de parte…
El piso se les mueve
La lucha y la bronca está obligando a este sector de la vieja dirigencia a tener que ensayar algunas críticas. Comenzaron a quejarse tibiamente por ganancias, una demanda justa pero muy parcial en el universo de los trabajadores, además que no reclaman la anulación del impuesto, sino otro ajuste en el mínimo. Después solicitaron que se dupliquen o eventualmente tripliquen las indemnizaciones, medidas que ya fracasaron y no impiden los despidos. Sobre fines de mes, se avinieron a reflotar proyectos de prohibición de despidos. Pero sin reclamar retroactividad ni penalización para las empresas que no cumplan. Ahora están llamando a una acción para el 29. Primero en un estadio, después se habló de una gran marcha, ahora parece que sería un acto en el monumento al trabajo, pero todo parece ceñido a algunos reclamos puntuales y una acción destinada más a descomprimir que a poner en marcha el plan de lucha que hace falta.
Fortalecer la Jornada del 19 de CTA y darle continuidad
El parazo estatal del 24/2 demostró que cuando hay unidad la pelea se amplifica. Sin embargo no hubo continuidad y la Jornada del 29 de la CTA Autónoma fue un paso adelante pero insuficiente. Se necesita una medida nacional que fortalezca las luchas en curso, las unifique y tenga continuidad con un plan de lucha. El 19 hay convocada una nueva Jornada Nacional de Lucha de la CTA/A. ATE ha resuelto parar en el país, CICOP y FeSProSa, Judiciales, serán de la partida y se planea confluir con la marcha de movimientos sociales convocada para ese día. Pero la medida todavía hay que prepararla desde los lugares de trabajo. Con reuniones de activistas, asambleas y plenarios abiertos. Votando el pliego que debe incluir un aumento general de salarios, jubilaciones y planes sociales, una verdadera ley de emergencia ocupacional que plantee la reincorporación de todos los despedidos, la prohibición de despidos y suspensiones, la apertura de los libros y el reparto de las horas de trabajo con la estatización con control de los trabajadores de toda empresa que cierre o no cumpla con esta ley, paritarias libres, anulación del impuesto al salario, el fin de la criminalización de la protesta, como parte de un programa de emergencia para que la crisis la paguen las corporaciones. Y ampliar la convocatoria a todas las demás centrales emplazando a sus dirigentes para que llamen a un paro nacional y un plan de lucha. La unidad en la acción es el camino para pararle la mano al ajuste de Macri, los gobernadores y las corporaciones.
El 7 de abril fue el día mundial de la salud y, con el sarcasmo de los mercenarios del ajuste, el titular del PAMI, Carlos Regazzoni, anunció la decisión de reducir la cobertura de unos 160 medicamentos que sus afiliados recibían en forma gratuita. La medida, absolutamente inconsulta a los jubilados y trabajadores de la salud, pese a que cosechó críticas entre farmacéuticos y diversas entidades de salud, fue ratificada por las autoridades del PAMI. El recorte afecta a unos 160 medicamentos que ahora sólo mantendrán descuentos de entre el 50 y el 80%. Y, desnudando su verdadero carácter, surge del acuerdo con las cámaras empresarias de la industria farmacéutica, con quienes cerraron un contrato hasta fines de 2016 que incluye esta cláusula. Un verdadero ataque a la salud de los jubilados que, además de cobrar una miseria, ahora ni siquiera contarán con esa ventaja relativa de acceso al medicamento. Las corporaciones de la industria farmacéutica que han aumentado el precio de los medicamentos, objetan el patentamiento de la escasa producción de laboratorios públicos, ahora reciben otro premio. Hay que anular esta medida y avanzar en salvaguarda de la salud de los abuelos, declarando a los medicamentos de utilidad pública para disponer por ley su acceso gratuito a todos los jubilados, como un primer paso hacia una reforma sanitaria global.
En vísperas de otra oleada de despidos, nuevos tarifazos y puja salarial se multiplican los conflictos. Se necesita ampliar la unidad hacia un plan de lucha nacional.
El ministro Prat Gay, provocador serial de los trabajadores, volvió a abrir la boca: «Recién estamos acomodando la basura». Una unívoca señal de que el ajuste recién empieza. Esa es la verdadera lectura del «gradualismo». El 31 de marzo vencen miles de contratos que pueden transformarse en telegramas de despido. Ya van más de 100.000 cesantías en el Estado y en el sector privado. Casi sin respiro, cuando se empieza a sentir el tarifazo de la luz, se anuncian nuevas subas en el gas y el transporte. Y tanto Macri como las patronales siguen pulseando por encorsetar las paritarias con aumentos a la baja. Ello aumenta la bronca y la disposición a la lucha con diversidad de conflictos. Diez provincias con paros en la salud, ocho con los docentes en lucha, Tierra del Fuego incendiada (valga la redundancia) y otros provincialazos que se incuban, paritarias trabadas y paros de 48 horas de los estatales bonaerenses, acampe de los bancarios y se viene un paro de la CTERA. Sobran ingredientes para un paro nacional. Pero las peleas siguen dispersas por lugar y gremio. De esa forma podremos lograr triunfos parciales, pero no vamos a derrotar el ajuste. Para ello necesitamos desarrollar la mayor unidad de acción.
Urge convocar a un paro nacional
La clave del parazo y la masiva marcha estatal del 24 fue la unidad lograda entre diversos sectores de estatales y entre los que pertenecen a ambas CTA. Pero se necesita un mayor arco, con el sector privado y los movimientos sociales. Las CGT hablan de unidad entre ellas, pero para tener una mejor interlocución con Macri y no para la lucha y se ciñen sólo al tema de Ganancias. Necesitamos la pelea por un programa de emergencia más integral. Que plantee un aumento general de salarios, jubilaciones y planes sociales actualizados trimestralmente, anular el impuesto al salario así como también el IVA y proceder al control popular de precios para combatir la inflación, anular los tarifazos, dejar de pagar la deuda y establecer una reforma tributaria progresiva para que paguen más los que más tienen, entre otras medidas. Necesitamos la mayor unidad en la diversidad, para lograr una gran movilización nacional, sin sectarismos. Unidad con muchos con los que a lo mejor ayer no nos encontramos, pero hoy nos tenemos que juntar para enfrentar este brutal ajuste. Hay que prepararla desde abajo, en asambleas, plenarios abiertos y reuniones de activistas. Y a la vez, sin depositar la menor confianza, reclamarle a los dirigentes cegetistas la necesidad de convocar junto a las CTA y los movimientos sociales a un paro y un plan de lucha nacional para derrotar el ajuste.