Un año de resistencia y organización. Clase trabajadora: hora de balance

Termina 2016. El año debut de Macri y su intento de aplicar un ajuste ortodoxo para «normalizar» el país. Termina mal y cuestionado. Desde abajo le pusimos palos en la rueda a su plan. Mientras, vamos avanzando en la nueva dirección clasista que se necesita.

Escribe Guillermo Pacagnini

Apenas asumió, el gobierno de Macri desplegó un ataque global contra el movimiento obrero, funcional a la estrategia de las multinacionales norteamericanas de recuperar terreno competitivo y a la del FMI de reinsertar al país en el circuito usurero de la deuda. Para ello había que disminuir el déficit fiscal a costa de los presupuestos sociales y las plantas de estatales. Y reducir el «costo laboral» con salarios a la baja, flexibilización y eliminación de conquistas, incluyendo revisión de los convenios y despojo del fuero laboral. Además de contar con los servicios de la burocracia sindical, prepararon un plan de contingencia con protocolo y otras medidas represivas y limitantes de la libertad sindical. El movimiento obrero protagonizó uno de los años de mayor conflictividad, les arruinó la fiesta y amortiguó en parte los efectos de una crisis que quieren descargar hacia abajo. Si el ajuste no fue derrotado, es porque la traición de la burocracia evitó que confluyeran las luchas en un paro nacional. Por eso en este año también aumentó el descrédito y la bronca con los dirigentes sindicales tradicionales y comenzó a cobrar impulso un nuevo proceso de recambio sindical desde abajo expresado en nuevos delegados y organismos sindicales recuperados.

Conflictividad récord y el gobierno, recalculando

Primero fueron los despidos en el estado nacional y los municipios, encubiertos como cese de contratos. La resistencia fue importante y planta del estado no logró reducirse como lo habían planificado. Luego en el sector privado con una oleada de suspensiones y reprogramaciones productivas, facilitada por la burocracia con la secuela de una destrucción neta de 200.000 puestos de trabajo.
La segunda política fue el techo salarial y el condicionamiento a las paritarias. Los centenares de conflictos llevaron a superar el techo y llevar los aumentos a un promedio de 31%. La tercera pata del ajuste inicial fueron los tarifazos y recortes presupuestarios que aplicaron sobre la población en general. Que generaron un amplio rechazo que obligó a bajar su intensidad.
La respuesta fue temprana y global. Las marchas de trabajadores como la del 24 de febrero de estatales, del 29 de abril de las «cinco centrales», la Federal de agosto, la marcha de la comunidad educativa, la concentración estatal frente a la gobernación de Vidal de mayo (la mayor de la década), el ruidazo contra los tarifazos, y el paro de mujeres, demostraron que cuando hay un polo convocante las respuestas son masivas. El gran problema no fue la falta de disposición a la pelea, como arengaban algunos dirigentes, sino la dirección que traiciona, regula o aisla los conflictos, pacta con el gobierno y aborta las peleas centralizadas. Ese fue el factor que le dio aire al gobierno y las patronales. Pero a la vez generó bronca, ruptura y realimentó el proceso de recambio sindical desde la base. Si se hubiera logrado una lucha centralizada y nacional, un paro nacional con un plan de lucha y medidas escalonadas, el ajuste se podría haber derrotado.

Está cambiando el mapa sindical

El nuevo período abierto con el cambio del gobierno también trajo aparejada una modificación importante del mapa sindical. La derrota y la debacle del proyecto kirchnerista ha acelerado la crisis de la burocracia sindical. sobre todo la ruptura por la base que dinamiza de nuevo el proceso de recambio sindical.
La novedad ha sido la unificación de la CGT. Funcional al «acuerdo social» pero también para cerrar filas ante el proceso de renovación que surge desde abajo. Esta unidad de los triunviros no significa fortaleza y, si bien alejaron la posibilidad del paro nacional, acumularon mayor crisis con la base. Las CTAs si bien han impulsado algunas iniciativas unitarias correctas, no aparecen como el lugar donde el activismo joven y rebelde que germina en la raíz de los conflictos se empiece a aglutinar. La nueva división de la CTA/A y la galopante crisis de ATE, de la mano de la división geométrica de de las «verdes», han dificultado seriamente el desarrollo de la lucha, pero a la vez han empujado a un nuevo recambio, como el que sucede en diversas juntas internas de ATE. Todo indica que la crisis de la burocracia va a seguir profundizándose. La tensión de los combates por venir va de la mano de lograr una nueva dirección. El ministro Triaca: dijo «Tocamos temas sindicales que parecían vacas sagradas». Se refería a la traición del burócrata Pereyra, que firmó un convenio de flexibilización. Van a insistir en liquidar convenios y eliminar conquistas y habrá que resistir.

Una nueva oportunidad

Con la salida del kirrchnerismo del poder, se debilitó un factor clave que había atemperado el proceso de recambio de dirección abierto con el argentinazo de 2001. No sólo porque acelara la crisis de la burocracia sindical peronista, sino porque se descongelan y dinamizan nuevos fenómenos de recuperación sindical. Aunque se visibilice con más claridad en el activismo joven y rebelde que surge en los gremios más dinámicos, hay expresiones de nueva dirección en el conjunto del movimiento obrero. El gremio docente, donde más ha venido avanzando la recuperación de terreno a la burocracia, ha dado nuevas muestras de vitalidad. La inacción de la Celeste y el capital acumulado de la oposición son un buen aliciente para encarar las elecciones de Suteba y CETERA de 2017. Los avances de Alternativa Docente, que conquistó la secretaría gremial en ADEMyS, muestran la otra cara de esta pelea: la necesidad de que las nuevas direcciones practiquen un nuevo modelo sindical democrático y no reproduzcan rasgos burocráticos del viejo modelo que hay que comatir y desterrar, como muchas veces hacen las fuerzas integrantes del FIT. Así como el nuevo cuerpo de delegados de ADOSAC Río Gallegos, reflejando la necesidad de una amplia unidad de la izquierda clasista. El nutrido activo que se refleja en los estatales, las juntas internas combativas como las del ENRE y la Subsecretaría de Trabajo, los nuevos delegados del INTI o el triunfo en Cultura, son datos más que representativos. El fortalecimiento de nuestra agrupación Alternativa Estatal es parte de este viento de cambio. También en el gremio de Salud, uno de los que más ha luchado de la mano de la consolidación de la CICOP, la UTS de Córdoba, el nuevo cuerpo de delegados del SUTECBA del Htal. Ramos Mejía y el nuevo sindicato del Hospital Moyano. También en el sector privado como la Lista Bordó de la Sanidad que ha extendido la oposición al sindicato de Daer, uno de los triunviros cegetistas. La profundidad del proceso coloca que esté abiero en los gremios del estratégico proletariado industrial. La recuperación del SUTNA nacional y la lista roja de la Carne apuntan en ese sentido. Son los primeros y fructíferos pasos de una nueva oportunidad de ganar nuevos delegados, internas y hasta sindicatos en el camino de forjar la nueva dirección que se necesita.

Los desafíos para 2017

Vamos a un año de nuevos enfrentamientos. Será necesaria la mayor unidad de acción para derrotar el ajuste de Macri y los gobernadores. Siempre manteniendo la independencia política y organizativa y priorizamos, dentro de estos marcos de confluencia, la lunidad con los sectores combativos, clasistas y de izquierda.
Junto a las reivindicaciones de coyuntura, habrá que plantear la necesidad de un plan alternativo obrero y popular. Y la propuesta de un nuevo modelo sindical democrático y para la lucha. Planteando la derogación de la ley de asociaciones sindicales, la más irrestructa democracia sindical, que la basedecida todo, la integración proporcional de todas las corrientes de opinión en listas y organismos, la revocatoria, la no reelegibilidad, las finanzas controladas por la base y la coordinación genuina.
Proponemos como prioritario un gran plenario unitario de todo el sindicalismo clasista y de izquierda, que acuerde con un programa antiburiocrático y con una integración consensuada en todas sus instancias (mesa, oradores, etc). Es un paso clave para apoyar las luchas, ayudar a los nuevos dirigentes, impulsar listas unitarias, organizar acciones. Rechazando la política sectaria y divisionista de las fuerzas del FIT que se vienen negando a ello. Las marchas unitarias de la izquierda clasista como la del 9 de agosto y la convocada a los 15 años del argentinazo, son pasos que hay que continuar. Hacia una nueva dirección clasista y antiburocrática en el movimiento obrero. Desde la Corriente Sindical del MST, trabajaremos en ese sentido.

Guillermo Pacagnini

 

Balance y perspectivas. El país después de las PASO

Los resultados electorales del domingo 9 confirmaron tendencias que veníamos señalando. Los tres principales candidatos del régimen concentraron el 90% de los votos mostrando que, aun sin despertar entusiasmo popular, primó una tendencia general a no salir del marco actual. La votación de la izquierda se redujo no sólo por ese factor objetivo, sino por la fragmentación. Es importante sacar conclusiones para abordar el próximo período, para impulsar las luchas contra el ajuste y seguir bregando por la unidad de toda la izquierda política y social, que es la gran tarea pendiente.

Paca red

Escribe Guillermo Pacagnini

Aunque disminuyó su caudal de votos, Scioli se impuso sin alejar el escenario de balotaje con Macri que salió segundo. Massa, si bien quedó tercero, podría disputar por entrar al balotaje.
Si bien ninguna de estas fuerzas descolló y logró enamorar al pueblo, entre todas terminaron capturando la mayoría de los votos.

Las opciones del régimen concentraron la mayoría de votos

Con 38.4% Scioli triunfó por más de 8 puntos sobre Cambiemos, la segunda fuerza, pero no elude el posible escenario de segunda vuelta en octubre. El FPV queda 12 puntos por debajo de su resultado en las PASO de 2011, que fue del 50%, esto evidencia el desgaste del oficialismo por la no solución de los problemas estructurales y más urgentes del pueblo trabajador.
Cambiemos sacó 3 de cada 10 votos en el total nacional y Macri 1 de cada 4. En su bunker esta vez no hubo globitos… Su resultado final dependerá bastante de lo que suceda con los votantes de la tercera fuerza, el espacio de Massa y De la Sota, que logró el 20%. También de cómo evolucione el voto de sus aliados de la UCR y Carrió.
Stolbizer tuvo un pobre resultado. Esto expresa el escaso margen para las viejas propuestas de centroizquierda.

De estos datos se pueden extraer las siguientes conclusiones:

a) Pese a no haber un descalabro económico, el desgaste del oficialismo es evidente. Perdió votos, perdería la mayoría en diputados y hasta ahora no tiene asegurado ningún triunfo. A la vez se confirma el fin de ciclo. Si bien el FPV ganó en 20 de los 24 distritos, con Scioli tuvo una caída de su base electoral del 12% comparada con las PASO de 2011, tras las cuales Cristina Kirchner fue reelecta. Y en su Provincia, donde muchos de los barones fueron castigados (ver recuadro), Scioli logró 39.5% cuando en 2011 había sacado el 50.3% como candidato a gobernador. Aunque hayan sido elecciones a cargos distintos, la caída es notoria.
b) Scioli encarna un proyecto despojado del halo «progre» y en un intento por avanzar hacia un capitalismo «serio», más parecido al perfil de sus dos principales contrincantes. Por eso una franja grande lo votó «con la nariz tapada» y muchos hubieran votado distinto de haber existido una alternativa unitaria y amplia desde la izquierda. En el caso de ganar y aplicar el ajuste, la pérdida de base política seguirá avanzando y será materia prima para la tarea de construir la alternativa que se necesita.
c) Si bien no lograron la polarización entre dos fuerzas al estilo del viejo bipartidismo, Scioli, Macri y Massa se llevaron el grueso de los votos. Los millones invertidos por las corporaciones y de las arcas del Estado en publicidad lograron que prime el voto conservador. Ello no asegura estabilidad y gober-nabilidad a futuro, con el escenario de tener que aplicar medidas antiobreras y antipopulares que vienen siendo postergadas.
d) La centroizquierda sigue en baja. La ex radical Margarita Stolbizer, del frente Progresistas, tuvo una muy pobre elección: 3.5%. El reparto entre tres le restó espacio, pero su propia crisis es evidente. Sin apoyo desde el PS de Santa Fe, con un frente que se fue deshilachando y un discurso reformista, Stolbizer se quedó sin márgenes. Las medias tintas también son cosa del pasado.

La izquierda perdió votos

En otra nota analizamos los resultados de la izquierda (ver). No obstante hay que integrar algunos ejes en este análisis. La izquierda en general redujo su votación. El FIT, que aparecía mejor posicionado por su acumulación electoral previa, redujo su caudal. Incluso tuvo caídas muy fuertes en distritos donde había logrado muy altas votaciones, como Salta. La derrota de la lista del PO a manos de Del Caño también expresa que el FIT ya no aparece con la misma dinámica.
La caída de votos no se explica sólo por el acaparamiento de votos de los de arriba. Sin duda la fragmentación de la izquierda es la otra razón clave del retroceso. Nosotros propusimos unir a toda la izquierda política y social e ir todos juntos a las PASO para así ordenar las candidaturas. Pero nuestra propuesta fue rechazada por el FIT y por Unidad Popular (que junto al PTP formó el Frente Popular y obtuvo un magro resultado). Por eso no surgió una alternativa que terciara y disputara con fuerza. La izquierda dividida no es atractiva como opción real de cambio. Por eso volvemos a insistir en la necesidad de superar la división.

Nuestros resultados

Pese a haber desplegado una intensa campaña militante, no logramos superar la barrera proscriptiva de las PASO. Nos extendimos en el país, crecimos en las 22 provincias donde presentamos listas e instalamos y difundimos nuestro proyecto y propuestas de la mano de Bodart y Ripoll. Pero no pudimos escapar a la tónica general de esta elección. A esto se suma el hecho de que, por la negativa del FIT y UP, fuimos a las PASO solos como lista partidaria del MST-Nueva Izquierda.
De todos modos valoramos los 100.000 votos obtenidos, agradecemos a quienes nos brindaron su respaldo en todo el país, a las compañeras y compañeros que fueron candidatos y a quienes colaboraron en la campaña y la fiscalización. Todo ello nos refuerza para seguir fortaleciendo nuestro proyecto político y trabajando por la confluencia de toda la izquierda.

Perspectivas y próximos pasos

Ahora tenemos planteadas algunas batallas donde seguiremos en campaña, allí donde logramos superar las PASO o donde habrá nuevas elecciones. Es decir, en las provinciales de Tucumán, Entre Ríos y Jujuy, y en las municipales de Córdoba y Neuquén, entre otras.
El gobierno que gane, aunque hoy lo disimule para no perder votos en octubre, será gerente del modelo capitalista extractivista y de concentración económica. Tiene pendiente la devaluación que ya aplicaron otros países por la crisis internacional para «recuperar competitividad y atraer inversiones». Habrá más endeudamiento externo, más ajuste y posiblemente más dureza contra las luchas que crecerán. O sea, Scioli o Macri aplicarán la receta que ahora ocultan en campaña, la que dictan los verdaderos dueños del poder.
Apoyar las luchas obreras y populares, intervenir para que ganen, impulsar una nueva dirección contra la burocracia sindical y seguir construyendo el proyecto político que consideramos superador serán las tareas del próximo período.

Guillermo Pacagnini

 

lostres

 

A modo de balance. CTA: ganó la Lista 1

El triunfo de la Lista 1 en las elecciones nacionales de la CTA fue claro. Derrotamos las maniobras del gobierno y sus amigos y superamos holgadamente a las demás listas. Esta indiscutible victoria no puede ocultar los problemas que se expresaron y que necesitamos abordar para que la central avance en las filas del movimiento obrero. Nuestra corriente, que integra la lista ganadora, sale potenciada con centenares de dirigentes en el país y dispuesta a impulsar y aportar al cambio de rumbo que se necesita. 

GuillePaca

Guillermo Pacagnini

Ganó la lista de unidad que viene conduciendo la central desde la división de 2010 cuando el gobierno, a través del sector de Yasky, pretendió anexarla a su comparsa sindical y fue derrotado. Poner la central en carrera no fue fácil y es un dato positivo que se reflejó en este triunfo. En medio de fuertes debates, se logró ubicar a la CTA enfrentando las medidas del gobierno que había ganado las elecciones y empezaba a ajustar, construyendo un programa correcto , convocando a las primeras medidas nacionales y vertebrando una unidad de acción que desembocó en los dos paros nacionales más importantes de la década. La lista 1 nacional ganó en todo el país (con la excepción de Mendoza), con más del 85% de los votos y las listas provinciales y distritales referencia-das en la misma, en la inmensa mayoría de lugares. Nuestra corriente, que integra la Lista 1 junto a la CCC y a la mayoritaria Germán Abdala, fue parte de este triunfo junto a numerosos activistas que aportaron al triunfo. El sector de trabajadores y activismo que votó positivamente, votó por estos puntos positivos y rechazando el sectarismo divisionista de las listas del PO y el MAS.

Luces y sombras

Que este triunfo -marco de partida para cualquier análisis serio- insufle energías para seguir adelante, no significa que minimicemos los enormes problemas que surgieron. Sería un error, como se planteó en algunas reuniones de la central, adoptar un criterio exitista ya que hay otros datos que tenemos que analizar y abordar porque reflejan problemas de arrastre y otros nuevos que, de no corregirse, alejarán toda posibilidad de una CTA «de masas».
La elección tuvo una escasa instalación y una baja participación con relación a los afiliados empadronados. Siendo mayoritaria en los sectores estatales y territoriales, menor en docentes y de escaso impacto en el sector privado. Reflejando profundos problemas que venimos señalalando en congresos y debates, junto a numerosos activistas muchos de los cuales no votaron o lo hicieron de manera crítica. Que hacen a la necesidad de una mayor postulación en todas las luchas, de la ubicación de la CTA frente a los nuevos fenómenos políticos de radica-lización «a izquierda» del movimiento obrero y surgimiento de un numerosos activismo que rechaza las posturas sectarias (por eso fue marginal el resultado del PO) pero que demanda una central abierta, profundamente democrática, más radicalizada y combativa al servicio de todas las luchas y su coordinación.
Aspectos en los cuales hay debate, como se reflejó por ejemplo en el último paro nacional del 10/4 y el carácter pasivo que le imprimió el sector mayoritario de la conducción. O en la necesidad de ser audaces e integrar de manera democrática la diversidad de opiniones en todos los organismos de la Central. Nuestra propuesta de una lista amplia de mayor unidad, con toda la izquierda sindical y sectores de las nuevas conducciones comba-tivas que surgieron, no sólo fue rechazada por el sectarismo de las fuerzas del FIT, sino también en el propio seno de la Lista 1.
La crisis en varias regiones que se evidenciaron en la elección -en muchas de ellas reflejando las peleas internas en ATE, el gremio mayoritario de la central- son una expresión amplificada de este problema, de intentar resolver de manera no democrática las diferencias que surgen.
Es preciso encarar estos debates para poder aprovechar la energía positiva de esta elección y avanzar hacia un rumbo correcto.

Algunas propuestas

A la par que asumen las nuevas directivas en todo el país, tenemos que hacer este balance, fraternalmente, aprovechando el triunfo, pero sin esconder los problemas. Y debatir entre todos cómo abordamos esta nueva etapa. Nada será simple. Hay que debatir y actuar. Reafirmando una clara ubicación de la Central como opositora a la política del gobierno nacional y provinciales. Nuestra corriente viene formulando propuestas. Algunas no admiten postergación.
1) Las directivas se tienen que reunir periódicamente, debatir a fondo, integrando a todos los sectores. Y hacer plenarios regulares, abiertos al nuevo activismo, para actuar en cada región y sector laboral.
2) Las luchas las dirija quien las dirija, tienen que ser una obsesión de la central. Poner todo para que se ganen. Ayudando a coordinarlas y desarrollando la mayor unidad de acción en función ahora del paro nacional y plan de lucha que se necesita.
3) Fijar una estrategia más activa de construcción para el sector privado. Partiendo de apoyar y fortalecer las oposiciones combativas en todos los gremios a la par que se fortalecen las nuevas organizaciones. Planificando un nuevo encuentro para evaluar cómo avanza el proceso.
4) Hay que encarar a fondo el debate del modelo sindical y los estatutos de la central y los sindicatos miembros. No sólo alrededor de la autonomía, sino de cómo democratizar e instaurar la integración proporcional de todas las corrientes de opinión, la soberanía del mandato de base, entre otros puntos.
La CTA tiene que discutir también el proyecto político de cara a las próximas elecciones del país. Como discutimos todas las posturas en una central pluralista. Nosotros venimos formulando propuestas hacia la unidad de toda la izquierda politica y social.
Un punto clave para avanzar en el nuevo período, es la necesidad de un trabajo más integrado de las corrientes que conformamos la Lista 1, en lo cual el sector mayoritario tiene una responsabilidad fundamental. En un año signado por un fuerte ajuste no sólo en el estado, sino en los privados con despidos y suspensiones, necesitamos aprovechar el envión electoral para hacer los debates mientras estamos más que nunca en las calles.

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